El peso de la riqueza

  

Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres… Luego ven y sígueme
— Marcos 10:21

Este fue el desafió que Jesús le presentó a un joven rico que quería ser su discípulo. Una y otra vez descubrimos a Jesús predicando el escepticismo en relación a la riqueza. “¡Qué difícil es que un rico se salve!”, les dice a sus discípulos. “Vendan sus posesiones y den limosna”, reitera (Lucas 12:33).

Para Jesús la riqueza era una carga. Probablemente llegó a esta conclusión luego de observar una y otra vez el comportamiento de la gente rica de su tiempo y al reflexionar en las Escrituras. La gente rica se distrae fácilmente debido a las responsabilidades que les imponen sus posesiones. Algunas dedican su riqueza a la construcción del Reino de Dios. La mayoría no. Es triste, el reconocer que gastan su tiempo, dinero y energía en hacerse más ricos y en proteger lo que tienen.

Estos mismos principios son tan ciertos hoy como lo fueron hace 2,000 años. Administrar sabiamente nuestras posesiones es un desafío que no debemos evadir y una responsabilidad que no se cumple facilmente. ¿Le está pidiendo Dios que reajuste sus prioridades? ¿Está enfocando sus energías en la manera apropiada?

Ignacio de Loyola nos sugiere la "indiferencia" para pedir la separación de todo aquello que nos distraiga del seguimiento de Cristo. No deje que las riquezas sean un problema para usted.