Tres certezas indispensables

  

Hace pocos años algunos amigos y yo nos decidimos a preparar un material de buena calidad para que las personas pudieran hacer un retiro espiritual por sí mismas.

Como parte de nuestra preparación nos fijamos esta tarea: acudir a la reunión inicial trayendo tres verdades acerca de la vida; esto es, tres pilares sólidos para llevar una buena vida.

He vuelto a realizar una y otra vez esta experiencia porque me ayuda a encontrar la verdad que necesito en un determinado momento de mi vida. Esta práctica es una manera de vincularme a la sabiduría profunda y a la inspiración del Espíritu Santo. Inténtelo por usted mismo. Puede invitar a su esposa (o), a un amigo o a un grupo de apoyo espiritual con el que desee compartir esta experiencia.

He aquí las tres convicciones que he consolidado hasta este momento de mi vida.

Dios siempre está presente y su gracia está disponible

Invertí gran parte de mi temprana juventud tratando de buscar a Dios y de ganarme su gracia. Sentía que dependía de mí el alcanzar a Dios y que primero debía ser bueno (más bueno de lo que creía que realmente era) para así llenar los requisitos y obtener la gracia de Dios. Con el paso de los años, he aprendido, como bien lo expresa San Pablo, que ‘nada puede separarnos del amor de Dios’. Al volver la mirada a mi propia vida, concluyo que Dios habita en mi hogar, que me acompaña a mi trabajo, y que está entre nosotros cada vez que comparto mi vida con mis amigos. Dios está con nosotros en la mesa cuando nuestra familia se reúne para compartir la cena de Acción de Gracias. Asimismo, Dios está junto a nosotros cuando nos alcanza el sufrimiento o cuando nos lastima la pérdida de un ser querido.

Honestidad a toda prueba

En una ocasión leí una calcomanía en la defensa trasera de un auto que decía: “La verdad te hará libre, pero antes de eso, te hará miserable”. Esto sucede con mucha frecuencia, de ahí que la honestidad no siempre sea nuestra primera respuesta.

Estoy muy seguro de que la honestidad a toda prueba es la mejor póliza en cuanto a los demás se refiere, ¡aun con los cobradores de impuestos! Nuestra sociedad se debilita cuando se resquebraja la honestidad entre las personas. Sin embargo, también es muy importante ser honestos con nosotros mismos. La invitación a la vida espiritual nos lleva a estar conscientes de nuestro interior. He llegado a la conclusión de que no avanzaré en mi camino hacia Dios si persisto en mi decisión de verme a mi mismo como realmente soy y no como me gustaría ser.

Perdonar es difícil, aun así, en la vida espiritual el perdón no es negociable

Me gusta pensar que soy muy bueno para perdonar, y muy a menudo, eso es verdad. Aun así, me aferro a ciertos resentimientos y envidias que surgen cuando menos lo espero. Lo peor de todo es que estos enfrentamientos secuestran mi vida en un momento. Cuando me atrapan los resentimientos, puedo sentir cómo me roban toda mi energía. Entonces, toda mi atención se centra en tratar de descubrir la razón por la cual fui agredido. Lo que sucede con mi cuerpo –arterias bloqueadas, puños cerrados y la fijación obsesiva en mi propio coraje, simplemente es un reflejo de la estrechez, la cerrazón y el empequeñecimiento de mi alma.

También me he dado cuenta de que en los casos más difíciles, no soy el único que perdona. La iniciativa y la tarea pertenecen a Dios. No puedo permitir que me atrapen los sentimientos dolorosos aun cuando parezca que no puedo perdonar, Dios sí puede, y él me ayudará a introducirme al proceso del perdón.