Espiritualidad ignaciana

La espiritualidad ignaciana y Encontrando a Dios: Nuestra respuesta a los dones de Dios

Encontrando a Dios: Nuestra respuesta a los dones de Dios es un programa cimentado en la espiritualidad ignaciana, una espiritualidad práctica para la vida diaria con 500 años de tradición. Toma su nombre de san Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús, o los jesuitas. La espiritualidad ignaciana ofrece un camino hacia una vida de oración más profunda, que nos ayuda a tomar buenas decisiones y a vivir sirviendo a los demás.

La espiritualidad ignaciana parte de la convicción de que Dios está presente para cada uno de nosotros y activo en nuestra vida aquí y ahora. Podemos sentir a Dios cuando nos implicamos de forma activa en el mundo. Una de las características básicas de esta tradición espiritual es el encontrar a Dios en todas las cosas. Podemos encontrar a Dios, tener la experiencia de Dios, en todas partes: en nuestras relaciones y en la naturaleza, en la iglesia y en la escuela, en las tristezas y las alegrías, en las ciudades llenas de gente y en las tranquilas casas de retiro. Podemos encontrar a Dios en todos los pequeños detalles de la vida, y a través de ellos reconocer el amor de Dios por nosotros y por la Iglesia a medida que cada día crecemos en nuestra relación personal con Jesucristo.

Encontrando a Dios: Nuestra respuesta a los dones de Dios parte de su tradición ignaciana para ayudar a educar a los niños y a los catequistas que los sirven como contemplativos en acción, como personas para los demás. Esto significa que no tenemos que apartarnos del mundo, sino implicarnos en él de forma activa, como infundidos con un espíritu de oración. Una forma de oración clave es el Examen, que es un método para reflexionar en las ocurrencias del día que acabamos de vivir para notar los momentos en los que Dios estuvo claramente presente o dónde nos distanciamos más de Dios para discernir cual es la dirección que Dios quiere que tomemos.

Como personas orantes, aquellos que se forman en la tradición ignaciana cuentan con herramientas para tomar buenas decisiones y discernimiento, y creen en una fe que hace justicia. No puede haber una verdadera expresión de la fe donde no haya preocupación por la justicia y la dignidad humana. La espiritualidad ignaciana también respeta la experiencia de vida de las personas y es una forma flexible y adaptable de interactuar con el mundo y con los demás.

El programa Encontrando a Dios: Nuestra respuesta a los dones de Dios guía a los niños en la práctica de la oración imaginativa, una forma tradicional de encontrar a Dios a través de las Sagradas Escrituras. También estimula la imaginación con las láminas de Exploración la fe a través del arte y las historias bíblicas dramatizadas. Con todo ello, los niños comienzan a entender que Dios puede hablarles a través de su imaginación, pensamientos y sentimientos, y que Dios desea una relación personal con ellos, como también lo quiere con el resto de nosotros.

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