La oración y la catequesis

  

En el ministerio de la catequesis, la oración y la espiritualidad son dos pilares sobre los cuales edificamos la transmisión de la fe cristiana. No podemos enseñar lo que no vivimos. No podemos enseñar a otras personas a orar si no somos nosotros mismos personas de oración.

La oración es esencial para cada persona. Tenemos una dimensión espiritual que necesita nutrirse mediante una relación personal con Dios en la oración diaria. Quizá algunas veces sólo proclamemos el nombre de Jesús con una devoción tan grande que nos recuerde a san Felipe de Jesús quien, mientras se consumía en el fuego, repetía una y otra vez: “Jesús, Jesús, Jesús”. ¡Qué oración y qué momento!

Si tiene hijos es muy probable que ore con ellos durante la noche. Recitará las oraciones tradicionales y aquellas que heredó de sus padres y abuelos y que ahora transmite a sus hijos. ¡Esto es muy bueno! Probablemente quiera entonar con ellos un cántico, un himno litúrgico o algún otro canto que hayan aprendido en la catequesis. ¡Cante con ellos! Aun más, oren como familia así como oran en la iglesia: lean la Biblia, compartan sus reflexiones, canten y reciban la bendición de Dios. ¡Bendíganse mutuamente!

Cuando oren a solas, exploren las costumbres de su cultura. Entre los hispanos, el rezo del rosario es muy común. No olviden incluir símbolos e imágenes: Cristo, María, los santos y alguna veladora. Sea consciente de la presencia de Dios en usted y en su familia, agradézcale por estar ahí y disfrute el resto de la conversación. Aun cuando el recitar oraciones ha sido parte de nuestra tradición espiritual durante muchos siglos, no es esta la única manera en la que oramos. Dios nos dio cinco sentidos y podemos orar con todos ellos.

Cuando ore con sus catequistas, dedique tiempo y energía a la oración. Esta debe ser más que el recitar rápidamente un Padrenuestro unos minutos antes de comenzar la sesión. Invite a sus catequistas a que se reúnan temprano para orar todos juntos. Si no les es posible llegar una hora antes de que comience la sesión, invítelos a reunirse durante la semana para orar un día conveniente para todos. Una reunión semanal es un buen comienzo. La oración les ofrecerá un momento ideal para fortalecer su relación con Dios y entre ustedes mismos. Son un equipo y necesitan funcionar como tal.

Al reunirse a orar, preparen la ambientación del lugar. Sean hospitalarios. Aun cuando el espacio físico es importante, el ambiente emocional que se crea es mucho más importante para la oración. Ayude a que se sientan como en familia, porque eso es lo que son. Prepare el espacio, ordénelo. Coloque algún símbolo que les recuerde la presencia de Dios entre ustedes. Encienda una vela y, si las condiciones lo permiten, utilice el incienso.

Si oran con la Escritura, quizá quieran seguir el modelo de oración ignaciana: leer algún texto del Evangelio y ubicarse dentro de la escena. Hablen con Pedro u otros de los apóstoles. Tomen a Jesús del brazo y llévenlo aparte para hacerle preguntas. Permanezcan con él. Concluyan su oración con un signo de paz. ¡Y por favor, no olviden las botanas, las bebidas y un buen café!