San José: Modelo de Valentía y Fortaleza

  

Hace ciento cincuenta años, el Papa Pío IX designó a san José como patrono de la Iglesia universal. San José es un gran modelo para nuestros esfuerzos de discipulado durante el Adviento. Nos enseña dos características importantes que los discípulos necesitan hoy en día. La primera es el valor, y la segunda, el silencio. José recorrió largas distancias bajo todo tipo de condiciones climáticas para llevar a su familia a Belén (véase Lucas 2:1–7). Su esposa, María, pronto daría a luz al Hijo de Dios, y José los mantuvo a salvo de las personas peligrosas que solían transitar por los caminos escabrosos. Llamó a la puerta de muchos lugares buscando refugio, pero fue rechazado una y otra vez. Esto, sin duda, exigió mucho valor de su parte.

Aunque José nunca habló en los Evangelios, sabemos que fue un hombre de familia con una fe firme, puesto que le enseñó a Jesús a rezar y a amar a Dios (véase Lucas 2:51). Aunque en las Sagradas Escrituras no figura ninguna de las palabras de José, podemos “escuchar” su silencio. José nos enseña el valor del silencio en un mundo que suele estar saturado de ruido y bullicio. Dedicar tiempo al silencio nos ayuda a acercarnos más a Dios como discípulos. Hablar con Dios en la oración es importante, pero también es muy importante escuchar a Dios como lo hizo san José (véase Mateo 1:20–25).

San José nos recuerda que no siempre es fácil ser cristiano, pero si entregamos nuestra vida como discípulos al plan de Dios, Dios bendecirá nuestro valor y nuestra generosidad. Durante estos días de Adviento, san José camina junto a nosotros protegiéndonos, resguardándonos y recordándonos que debemos mantener nuestro corazón encauzado hacia Dios, para que algún día podamos mirar el rostro de Jesús, tal como lo hizo san José.